¡Señor, aparta de mí este cáliz!



Cita de cuervos, XIII Canto General. Pablo Neruda

En Panamá se unieron los demonios

Allí fue el pacto de los hurones

Una bujía apenas alumbraba

cuando los tres llegaron uno a uno.

Primero llegó Almagro antiguo y tuerto,

Pizarro, el mayoral porcino

y el fraile Luque, canónigo entendido

en tinieblas. Cada uno

escondía el puñal para la espalda

del asociado, cada uno

con mugrienta mirada en las oscuras

paredes adivinaba sangre,

y el oro del lejano imperio los atraía

como la luna a las piedras malditas.

Cuando pactaron, Luque levantó

la hostia en la eucaristía,

los tres ladrones amasaron

la oblea con fosca sonrisa.

"Dios ha sido dividido, hermanos,

entre vosotros", sostuvo el canónigo,

y los carniceros de dientes

morados dijeron "Amén".

Golpearon la mesa escupiendo.

Como no sabían de letras

llenaron de cruces la mesa,

el papel, los bancos, los muros.


El Perú oscuro, sumergido,

estaba señalado y las cruces

pequeñas, negras, negras cruces,

al Sur salieron navegando:

cruces para las agonías

cruces peludas y filudas,

cruces con gancho de reptil

cruces salpicadas de pústulas

cruces como piernas de araña

sombrías cruces cazadoras.

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